Varados en la esquina los esqueletos del navío
como barco olvidado por la peste que provoca la erosión de la sal marina,
las olas fuertes le hicieron naufragar.
Yo estoy aquí, sentado en la vereda
viéndoles cruzar la calle para deshonrar mi hedor,
ustedes caballeros, ¡sí, usted también señor!
Ustedes, los que crecieron como mala hierba
ustedes que ahora grandes se creen ciprés
y no le temen al hacha del leñador…sí, ustedes.
En la plaza de la equina están los parias
bebiendo cerveza, fumándose la ilusión
aquella suministrada por la televisión
y qué dice usted…es su estado, es su naturaleza.
Pero están los que logran cruzar la acera
los que olvidaron
aquellos que con esfuerzo borraron el pasado
y olvidaron…como ustedes que no recuerdan.
No recuerdan los ladridos del perro callejero,
ustedes que no recuerdan el sol en la mollera
ustedes que ya no son pasajeros ni peatones
ustedes, que ahora son señores, ustedes los que han olvidado.
sábado, 17 de octubre de 2009
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