El camino del iniciado
La odisea que funda una nueva historia.
Por: Benjamín Román V.
Recuerdo las tardes de sol incansables, el murmullo del calor azotando en el cuerpo de los voluntarios, la gota gorda recorriendo el rostro empecinado. También recuerdo el entusiasmo para que todo resultara bien, tal como cada uno se lo imaginaba. Éramos uno, éramos comunidad creando el mito, poniéndole sangre al estandarte de escuela.
El lugar era un patio de una casa amable en La Florida, grande, con árboles y mucho pastizal el que a fuerza de palas y rastrillos desapareció durante la tarde.
Todo esto sucedería porque alguien lo soñó, ese alguien soñó con la mística, soñó con la tradición que no existía, soñó que podía ser pionero e idear algo que jamás olvidasen los asistentes, su sueño bailaba a ratos con la magia a ratos con la realidad, que por cierto también puede ser mágica. Poco a poco el paisaje se fue modificando, unos maderos firmemente colocados hicieron de soporte par unas mangas de nylon dieran origen a las paredes del laberinto del camino del iniciado.
El “Iniciado”, es el popular mechón, el emblema de la transición a la enseñanza superior, a quien por mucho tiempo se ha tratado tan bárbaramente, como a un conscripto militar, en mi opinión y asumiendo las consecuencias de lo que voy a decir, creo que ese rito de iniciación atenta fuertemente contra la dignidad de los ejecutados, perdón, de las personas, aunque al verlos en la calle todos hedorosos y sucios pidiendo monedas me queda la impresión de que lo disfrutan.
De donde sacan que es entretenido dejar en estado deplorable a los nuevos compañeros, a los futuros colegas, a un semejante. Me pregunto qué agrado puede quedar en la memoria de un estudiante si su primera semana del tan ansiado ingreso a la universidad, fueron humillados, maltratados por sus compañeros de carrera, cual es la mística, cual el encanto, cual la bienvenida, quedará solo en la historia de las universidades que aún practican este tipo de ritos una suerte de dialéctica reversible entre víctima y victimario, con una víctima que pronto pasará a ser victimario. No me queda claro si la idea es darles una grata bienvenida o que se arrepientan de matricularse, pero les quedará un aprendizaje, muy significativo por lo demás.
La iniciación que planificaron los muchachos de la escuela, nada tiene que ver con esos traumáticos ritos militarizados, por el contrario, tiene que ver con las ganas de hacer escuela, de recuperar los espacios perdidos, de tirar la universidad a la calle, recuperar el aliento de estudiante activo y consciente inmerso en la sociedad, de romper el discurso y convertirlo en acción. También tiene que ver con la primavera de nuestras vidas, con la plenitud del ser humano insertado en la ciudad, vestido y desnudado por la sociedad, con todo lo bello que es tener un semejante a quien ayudar y que además nos pueda ayudar, tiene que ver sin duda con el alma y todas las flores que adornan la esperanza de una vida, de un mundo mejor.
Así terminado la ardua labor de ambientación de la ceremonia quedo todo maravilloso con recursos inagotables de imaginación y creatividad, las velas adornando como bellas lucernas nocturnas de un nuevo camino, el fogón iluminando, así la noche con todos sus hijos y por supuesto, la consentida, la luna magnifica alumbrando a los personajes y sus trajes de hadas, brujos y Tarot, la Sacerdotisa, el Ermitaño, el Loco, el Mago, el Diablo, la Muerte.
Llegó la noche y los invitados, todos de honor, llegaron los caballeros y llegamos los escuderos comenzó la aventura, la lectura de poesía dio paso silencioso y armonioso hacia la entrada al laberinto, comenzó el viaje, la odisea inolvidable, las velas y sus candelabros hermosos como antorchas ancestrales, los personajes esperando su turno para interrumpir el transitar de cada uno de los iniciados con un mensaje que invitaba a la reflexión, a la nostalgia por la vida, a los episodios de angustia que nos hiciera renacer, a pensar en nuestros caminos, en nuestras opciones de vida, en lo que fue y en lo que será, un mensaje que seguramente trascenderá en cada uno de forma distinta, cada cual habrá concluido algo distinto de aquellos mensajes recibidos, algo con sus propias vidas o simplemente con el momento, algo que les identifique.
Han nacido de nuevo, del útero más grande, cándido y simbólico que jamás pudieran imaginar, un nacimiento de la vida a la vida, de la pulsión de fantasía a la fantasía misma.
Al final del viaje, un pasillo de caricias les recibía para terminar la aventura, un sonido candoroso despertaba la nostalgia y la paz de todo aquel que pasaba, éramos todos acariciando de uno en uno, los tocábamos sin saber ellos quienes éramos, ni cuantos éramos, era el final de este nuevo nacimiento que les quisimos regalar.
Luego vino la formalidad de la bienvenida oficial de alumnos a alumnos, hablaron primero los iniciados quienes agradecieron y comentaron la experiencia, luego el turno de los más antiguos, se recordó a nuestro cardenal fundador y lo falta que hacen hombres como el en estos días, aunque siendo más minucioso y más estricto con nuestros tiempos, creo que en ese lugar, esa noche habían muchos hombres y mujeres como él.
Creo que la emoción nos llegó a todos por igual, en esto espero no equivocarme, y las ganas de construir caminos de escuela de psicología de la Academia. Brotaron como una flor en primavera, se entregaron los símbolos de la escuela, los más preciados emblemas de una lucha que se viene dando hace algún tiempo, construyendo el mito.
El ritual había resultado, ahora tendremos nueva historia, tendremos un legado para los que vayan llegando, tendremos herencia y con nuestra fuerza, juntos tendremos herederos. Luego de esto vino la fiesta, el baile, pues no faltaba más, había un tremendo motivo de celebración, con un quijote que nos encerraba en su monologo y con una comunidad estudiantil que se daba cuenta con mucha satisfacción que desde esa noche se fundaba la nueva escuela de Psicología de La Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Dedicado a mi Amigo y Hermano Jaime Ramírez
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