Cuando voy extenso al trabajo,
naufragando
como gaviota perdida entre los astros,
yo prefiero la miel en tu sonrisa,
nido de labios rosa
detén mi vuelo a medias.
Yo prefiero las mulatas bailarinas
en el carnaval de tus ojos caoba
por sobre este pregón de la prosperidad,
mandato siniestro, saquea mi libertad
de acción y la dicha por verte volar.
Yo prefiero que tus brazos
sean caudillos del tiempo,
el cepo donde me fijen por horas
a tu cuerpo explotador
más que fijar mis ojos
a ideas ajenas en un ordenador.
Quiero que destroces las calles
con tus piernas de acero,
que quemes buses y paraderos,
que exilies de mi tiempo al patrón,
que no haya forma amor
que no haya
de sacarme como un clavel marchito de tu jardín.
Quiero que abogues por mí,
que no permitas me saquen de tu lado,
clausura todas las salidas,
que no comience el nuevo día,
ni que se acabe esta noche
amada mía.
Ya no quiero vivir lúgubre,
fantasías forasteras
exiliándome a kilómetros de mis deseos.
Yo prefiero soñar contigo,
amarrarme a tus congojas y regocijos,
observar de cerca tu vuelo,
ahogarte con mis brazos de hermano amigo
desprendernos para siempre del desconsuelo.
Cuando voy por las calles, extenso
al trabajo
como perdido entre nubes negras
ilusionando tu cuerpo a distancia
en el microbús de trayecto denso
yo prefiero cerrar mis ojos y acabar el día,
yo prefiero con clamor
llegar a casa y hacerte el amor.